Cuando, debido a una emergencia familiar, nos vimos en la difícil situación de pasar la Navidad en la sala de espera de un hospital. El ambiente era triste, pues todas quienes estábamos ahí, en lugar de disfrutar de una deliciosa cena con nuestras familias, esperábamos noticias acerca de la salud de nuestros familiares.Unas horas antes de la media noche una señora llegó a la sala de espera y empezó a repartir café y galletas, pero lo que realmente nos regaló esa noche fue un mensaje de amor y esperanza.
Debido a la contingencia, miles de restaurantes se vieron afectados o en riesgo de cerrar, miles de personas perdieron su empleo y nosotros, por salubridad, no pudimos repartir sonrisas como lo hacíamos antes.